lunes, 12 de mayo de 2008

Prevención

PREVENCIÓN. Inst. Roberto García Castillo y Cruz.

Para crear mayor confusión se habla de la búsqueda de la seguridad de la ciudadanía, en lugar de que se persiga la fortaleza de la justicia y la libertad del ciudadano. Se crean diferentes oficinas ó instancias, ya sean: federales, estatales o municipales que se preocupan de hacer de la seguridad su prioridad, creyéndose así, que la prevención resolverá automáticamente el ambiente de “inseguridad” que se vive.

Para entender la confusión se debe notar que actualmente la seguridad es vista como algo que es proveído y otorgado, los ciudadanos se ven como un consumidor de seguridad pública y esperan tener un mundo seguro creado para ellos y entregados a ellos. Como tal, la búsqueda de “seguridad”, como meta principal del gobierno, indica en esencia, si no una pasividad patológica en la ciudadanía, señalando que ellos se ven a sí mismos como recipientes y no como participantes, aún en algo que le concierne en la preservación de sus vidas.

Su seguridad es en sí mismo, no en realidad externa, y ciertamente no en la ilusión que la realidad externa ha sido hecha segura por el trabajo de la policía aplicando decretos, por ejemplo: si las armas son prohibidas entonces no tendrá que preocuparse de ser herido por un arma. En la idea de crear seguridad, se trata de prevenir formando cuerpos policíacos preventivos “profesionales”, en donde su función será, si es que la llevan a cabo, prevenir la delincuencia, no la justicia, esto impone restricciones en la conducta de los ciudadanos en orden de protegerlos de ellos mismos.

Vista desde la perspectiva de los principios de la justicia establecida de la ley común, el uso de la ley como herramienta de prevención castiga al ciudadano, no por hechos que halla cometido con la intención de causar daño a otros, sino por lo que podría hacer o tal vez posteriormente realice. Se está castigando antes de que actualmente ejecute actos que bajo los conceptos de ley se definan como criminales o ilegales.

Por lo tanto los ciudadanos son sujetos a la pérdida de la libertad e inundados con restricciones por la mera presunción de probabilidades estadísticas del temor de que pueda cometer un ilícito, por ejemplo: por ser residente de colonia conflictiva lo hace sujeto a ser presunto delincuente. Otro ejemplo sería producir y distribuir condones para “prevenir” el sida, cuando la abstinencia y el celibato, como valores morales, se usen hasta llegar al matrimonio, evitándose así.

En resumen: ¿cómo crear un objetivo real, si los encargados para definir las pautas, solo usan teorías concebidas y aplicadas en el extranjero y no siempre con éxito? Estas teorías, generalmente bajadas de Internet o de algún libro obsoleto, o con la contratación de “expertos” en seguridad, como el Mr. Gulianni o Signore Leoluca, gastando millonadas por accesoria, siendo de dudosa efectividad por no tomar en cuenta el nivel cultural del país donde se aplican, y donde nuestra propia indosincracia es un factor que cambia de un municipio a otro.

Lo anterior impide la creación de un solo programa, siendo necesario uno que se adapte a cada región y ciudad, de ser posible inclusive uno para cada colonia. El excesivo costo de recursos desperdiciados en aplicar esas teorías erróneas y nulas desde su inserción, solo nos lleva a una efectividad casi nula. ¿Entonces? ¿Cuándo se va ha tomar en cuenta al personal que ha diario lidia con los delincuentes, que saben de sus carencias y las fallas del sistema judicial?

Con la prevención pretendida, se cree a pie juntillas que una supuesta profesionalización de los cuerpos policíacos, traerá como consecuencia el abatimiento de la corrupción y esta a su vez la pretendida seguridad, aquí volvemos a preguntar: ¿Cómo profesionalizar a un cuerpo que por su dinámica diaria cambia constantemente? ¿Y como hallar profesionales de esta profesión, sin haber sido policías? Por ejemplo: ¿alguien sin haber arrestado nunca a un sospechoso, como va a enseñar a colocar las esposas? ¿O lo elemental, revisar a un detenido?

Se han creado seminarios y cursos para que el policía sepa entrevistar a los detenidos, por instructores que son expertos en personal de empresas, pero estos no han confrontado a un delincuente, que no tiene nada de común y que son expertos en mentir y crear lastima en las personas que los rodean, siendo que son la escoria de la sociedad y no les interesa rehabilitarse, siendo práctico, como se estila en al agricultura, “desfoliarlos” como se hace con las malas yerbas o hierbas, para lograr una cosecha ( sociedad ) saludable y prospera.





Comparar la susodicha “inseguridad” con otros países de oídas, o por que alguien lo comento, es caer en un circulo vicioso de desinformación, mas cuando es afirmado por abogados y catedráticos, que en su momento no hicieron nada para detener la supuesta creciente ola de inseguridad, siendo funcionarios públicos “del otro” partido.

Es indignante que los ciudadanos piensen que un asalto armado esta bien mientras nadie resulte herido. La solución recomendable a un asalto armado es el exterminio del asaltante.

Es responsabilidad de las victimas cambiar las circunstancias y diezmar al asaltante. El crimen citadino cesara solamente cuando el perpetrador se convenza que su modo de operar seguramente le causara su deceso.

Nos damos cuenta que este modo de ver la situación no es popular, menos con los medios de comunicación, pero pensamos que contiene el único recurso satisfactorio al problema de la selva de asfalto.

Ensayo inspirado en "A Nations of Cowards" de Jeffrey R. Snyder

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